domingo, 11 de junio de 2017

Aclaraciones historicas sobre la Guerra del Pacifico - Roberto Querejazu Calvo

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  1. NOTAS: PARA RECORDAR ANTES DE LA GUERRA DEL GUANO Y EL SALITRE 1879 CHILE, BOLIVIA Y PERÚ.
    AYUDA CHILENA PARA UN RETORNO DEL MELGAREJISMO.
    Quintín Quevedo, Mariano Donato Muñoz, Juan L. Muñoz, Severo Melgarejo (hijo de Mariano Melgarejo) y otros connotados usufructuarios de las granjerías del poder en el régimen derrotado en las barricadas de La Paz en enero de 1871, no se resignaron a perderlo todo y vivir en el ostracismo.
    Complotaron su retorno al mando de la república bajo la égida de un nuevo líder, el General Quintín Quevedo. Como el gobierno de Lima, a instancias del de La Paz, se dispusiese a internarlos en regiones alejadas del Perú, se trasladaron a Valparaíso y allí instalaron el cuartel general de sus actividades subversivas. Personajes chilenos como don Nicomedes Ossa, les brindaron ayuda financiera a cambio de la promesa de que cuando el melgarejismo volviese a dominar en Bolivia ellos obtendrían ventajosos contratos para explotar sus riquezas. El gobierno de Santiago se hizo el de la vista gorda al respecto, especulando con la perspectiva de que si se encendía una guerra civil en el altiplano, los chilenos asentados por miles en el litoral atacameño, podrían levantar bandera de secesión de ese territorio de la soberanía boliviana y la de su incorporación a la chilena.
    Juan L. Muñoz, uno de los principales colaboradores de Quevedo, relató años más tarde en una carta: "Reunido en Chile el número competente, llegó la oportunidad de embarcarnos. En esta circunstancia, el General Quevedo fue llamado a Santiago con mucha urgencia por don Nicomedes Ossa, amigo suyo, que le servía de intermediario con el Presidente de Chile, señor Errázuriz. Regresó al día siguiente, desesperado, resuelto e suspender la expedición. Vivíamos en el mismo hotel. Mereciendo su confianza y consideraciones supe que el Presidente Errázuriz le había propuesto, como condición de su apoyo, la cesión del litoral boliviano a Chile, a cambio de ayuda chilena para adquirir para Bolivia el litoral peruano de Arica e Iquique.
    El Congreso peruano aprobó la alianza el 22 de abril y la Asamblea Boliviana el 2 de junio de ese mismo año de 1873.
    Los móviles que indujeron al pacto a uno y otro contratante fueron muy diferentes. Bolivia buscó con él la ayuda de una nación vecina con la que tenía afinidades históricas, raciales, geográficas y geopolíticas, contra un peligro que se hacía cada vez más amenazante y tuvo su más reciente expresión en la expedición filibustera del General Quintín Quevedo.
    Las razones del Perú las confesó el señor Riva Agüero en su correspondencia con sus agentes diplomáticos en La Paz, Santiago y Buenos Aires. La cancillería de Torre Tagle sabía de las proposiciones que Chile venía haciendo a Bolivia desde la época de Melgarejo, de unirse para una guerra al Perú, a fin de arrebatarle la parte sur de su territorio y hacer una rectificación de fronteras por medio de la cual Chile se quedase con Atacama y Bolivia con Arica, Tacna y Moquegua. Sabía también que la complicidad del gobierno de La Moneda en la reciente aventura revolucionaria de Quevedo tuvo la misma intención. Riva Agüero, en las notas a sus compatriotas mencionó el temor de que "el victimario (Chile), se uniese con la víctima (Bolivia)". A su ministro en Buenos Aires le dijo concretamente: "Los únicos temores que por muchos años podemos tener son los que inspira el manifiesto deseo de Chile de ensancharse a expensas de Bolivia, absorbiendo el territorio de Atacama. Nuestros intereses no nos permitirían consentir en ello, no sólo por tener a Chile tan cerca de Tarapacá, sino porque privada Bolivia de su litoral, en un porvenir no muy lejano vendría a aliarse con Chile para tomar del Perú el puerto de Arica.

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