martes, 16 de marzo de 2021

Los maestros y los años que el ordenamiento no paga

  

 Maestros-años

Vive en una casa modesta en un poblado rural a 12 km de Manzanillo. En su sala hay pocos adornos: un cartel enmarcado de Fidel Castro con una frase dedicada a los educadores y un rótulo de reconocimiento a nombre del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte. También hay una foto familiar y un trofeo al mejor profesor en un concurso de conocimientos. Tiene nombre y apellidos, como todos, pero varias generaciones de sus amigos y alumnos le llaman, sencillamente, «el Profe».

«Al triunfo de la Revolución, mis padres eran maestros normalistas. Mi madre, sin aula. Cumplí ocho años en plena Campaña de Alfabetización. Mi padre era una especie de coordinador en la zona de Vicana hasta Pilón, y mi mamá atendía una escuelita por Cienaguilla. Yo sabía leer y escribir, sumar, restar,  multiplicar, dividir, así que mi madre me ponía a que la ayudara con los desventajados, mientras ella misma me daba las clases correspondientes a mi grado en otro momento. Así que puede decirse que soy maestro desde los ocho años», cuenta.

Probablemente, el padre de «el Profe» haya sido uno de los beneficiados con el reconocimiento que el Gobierno Revolucionario hizo al pago por antigüedad de los maestros, un viejo reclamo sindical de los pedagogos cubanos logrado hace años y suprimido con la aprobación de la Tarea Ordenamiento.

«El Profe» ahora tiene 69 años acumulados y no ostenta muchas cosas materiales. «A los 65 me jubilé, pero antes del año solicitaron mi regreso por el déficit de profesores de matemáticas y ahí estuve hasta el curso pasado».  Los que alguna vez se sentaron en su aula saben que pueden acudir a su casa a cualquier hora, no sólo para aclarar dudas relacionadas con su asignatura, sino con cualquier otra ciencia exacta, historia o cultura política.

Los jubilados de la Revolución

Yamilet[1] es una antigua alumna de «el Profe». «Quería estudiar medicina, creo que por el embullo de andar con bata blanca, pero un día llegaron pidiendo gente para un curso emergente de profesores de secundaria básica, él me miró, y levanté la mano. Entonces, a estudiar a en una escuela pedagógica y luego a un aula, a pasar pena, como decía yo. Después hice la licenciatura».

Tanto Yamilet como «el Profe», tenían altas expectativas con el presumible aumento de salario que acompañría a la Tarea Ordenamiento. «Claro que se hablaba y se habla de salario entre nosotros los llamados “valientes”[2]. Más que hablar, se especulaba, si nos subirían esto o lo otro. Pero nunca ese fue un tema discutido en las asambleas sindicales, ni alguien nos consultó qué expectativas teníamos con la Tarea Ordenamiento, ni cómo pensábamos que podría afectarnos. Ese nunca fue un tema de nuestras asambleas sindicales ni reuniones ni claustros».

Jamás pasó por la cabeza de Yamilet –y probablemente por la de ninguno de los jóvenes profesores–, que fueran a ganar lo mismo que los maestros con más años de ejercicio. «Por muy valientes que seamos nunca tendremos más experticia ni habremos aportado más a cambio de menos que gente como “el Profe”», asegura ella con una mezcla de orgullo e insatisfacción.

Un artículo publicado en el periódico Granma el pasado 3 de enero, hacía referencia a la emisión del 30 de diciembre del espacio Mesa Redonda, en la cual la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Martha Elena Feitó Cabrera, explicó que «se priorizó el incremento de los salarios de los graduados superiores, lo cual supera el aumento por años de servicio». La funcionaria agregó que «se trata también de estimular a los maestros para que, los que no tengan nivel superior, continúen sus estudios».

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Carmen Luisa, quien trabajara durante veinte años como jefa de Recursos Humanos en un municipio de Holguín y ahora lo hace en una Universidad, comenta sobre lo planteado por la ministra.

– «Ser graduado de Nivel Superior ha sido un requisito para ser maestro en Cuba. El déficit en algunas provincias donde existen otras fuentes más atractivas de empleo a profesionales ha obligado a convocar a cursos emergentes en un momento determinado, o a graduar maestros de primaria de Nivel Medio para que, mientras trabajan, terminen su formación; no para que se queden en el Nivel Medio».

«Donde ha ocurrido así ha sido por una distorsión de la política y el trabajo. Ocurre mayoritariamente en la Educación Primaria, en la cual más que conocimientos profundos de la asignatura, se necesita amor y herramientas pedagógicas. En menor medida ha pasado también en algunas provincias en Secundaria Básica. Sin embargo, no es una tendencia ni una problemática generalizada como para que determine la implantación de un determinado sistema de pago».

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«En la Educación Primaria más que conocimientos profundos de la asignatura, se necesita amor y herramientas pedagógicas». (Foto: Ramon Espinosa/AP Photo)

«¿Cómo se estimula entonces la permanencia, en la enseñanza preuniversitaria y en la propia secundaria, en un sector en el cual ya de por sí, hay una tendencia a que los más preparados lo abandonen en busca de mejores condiciones de trabajo? En provincias como Granma o Guantánamo no hay problemas, pues más bien “exportan” profesores, pero ¿en Holguín, Ciego de Ávila, Matanzas o La Habana? Cuando un profesor llega a la cima de la escala salarial actual, ¿cómo se estimula a que se quede si no es con el pago de la antigüedad?».

– En la mencionada comparecencia de la Ministra de Trabajo, según lo reseñado por el periódico Granma, esta acotó: «Lo que está establecido es que cualquier ahorro en el fondo de salario se retira por el Ministerio de Finanzas y Precios. Aquí ese fondo salarial que se ahorra, se va a otorgar a los que mejor desempeño y resultados tengan». A ello Carmen Luisa, desde su visión en la base, responde:

«¿Mediante qué criterios de calidad del desempeño se va a aplicar esa estimulación del ahorro salarial? Además, con todo el respeto por la ministra, ahí hay un craso error conceptual. ¿Se ahorra salario en una entidad presupuesta? No. Decir eso es un error».

«En una entidad presupuestada se inejecuta salario, que es otra cosa. Y esa inejecución es un indicador que va en detrimento de la calidad. Porque si un profesor falta, por la razón que sea, justificada o no, otro profesor tiene que suplirlo y eso lo sobrecarga y va en contra de la calidad del proceso docente. Si no están las plazas completas en una escuela, por las razones que sean, se tiene que usar a alguien sub-calificado para paliar la situación o sobrecargar al capacitado, y eso va también en detrimento de la calidad. Entonces, ese enfoque no favorece la calidad».

«Quizás el MINED tenga pensada alguna metodología para el fomento de la calidad docente-educativa desde la remuneración económica, a partir del ahorro del fondo de salario, como ha expresado la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, ¿no cree?», le pregunto a Carmen Luisa

Los Veteranos de la Revolución ante la Tarea Ordenamiento

«Puedo asegurarle que en la Educación General, Politécnica y Laboral ni siquiera tienen claro, después de muchos de años de supuesto estudio y análisis, qué relación habrá entre la evaluación anual del profesor y su remuneración. Tampoco hay hasta este momento un instrumento jurídico administrativo que pueda aplicarse en el sentido que explica la Ministra de Trabajo. El MINED no tiene claridad en cómo va a fomentar las jerarquías profesionales, así de simple. Ha llegado la Tarea Ordenamiento y no parece que hubieran pensado en el asunto».

– «¿Y en el Ministerio de Educación Superior qué sucede?», pregunto nuevamente.

– «En la enseñanza universitaria el profesor tiene al menos el cambio de categoría como incentivo. Se supone que a medida que pasa el tiempo y el profesional gana en experiencia, puede ir aumentando de categoría y, por consiguiente, mejorará su salario. El problema radica en cuando llega a la máxima categoría: ¿cómo se distingue entonces? Pues si quiere ganar más, tiene que aceptar un puesto como jefe, y ni todo el mundo quiere serlo, ni debería ser necesario que todos lo tuvieran que ser para mejorar su estatus económico. Sucede de manera similar si se dedica a la investigación».

– «Pero usted y sus colegas seguramente tuvieron la oportunidad antes de plantear esas inquietudes», le comento a Carmen Luisa.

– «No, en eso se equivoca. Siendo especialista con más de 30 años de experiencia en el área de desarrollo laboral, jamás me preguntaron mi opinión antes de que comenzara la Tarea Ordenamiento. Sí pedían muchos informes, cifras, una y otra vez. Cifras harto conocidas, por cierto. Todos los años, lo mismo durante no pocos cursos. Pero ni en reuniones de trabajo, ni en asambleas sindicales, escucharon mi opinión. Esa es la verdad».

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Cuando «el Profe» conoció la opinión de Yamilet, su antigua alumna, sobre él, sobre los maestros ya ancianos, sonrió con satisfacción. «No siempre los años garantizan clases con toda la “pureza metodológica” que se exige. Sobre todo porque algunos metodólogos y directivos “de nuevo tipo” creen que hay un solo modo de impartir las clases. Pero Yamilet tiene razón cuando se refiere al valor del ejemplo personal».

En 1993 había en Cuba unos trescientos mil maestros, según un discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro en un evento de Pedagogía. Fidel llegó a plantear que se podría dar una especie de año sabático a los docentes como estímulo por su labor ya que había suficientes.

El ordenamiento de la resistencia

El Período Especial no sólo golpeó la economía, sino también las prioridades de muchos profesionales. Para 1994 el éxodo hacia el turismo, el trabajo por cuenta propia y la economía informal era tan preocupante, que se ratificó y mejoró el pago por antigüedad como un incentivo para que los maestros permanecieran en el sector, incentivo que, como se ha demostrado, nunca fue suficiente. Las circunstancias que propiciaron el éxodo no han cambiado, más bien se han agudizado con más opciones dentro y fuera de Cuba. «¿Por qué eliminar entonces el incentivo?», se pregunta «el Profe».

Actualmente vive de su chequera, que no es muy holgada, porque ni siquiera le permitieron volver al aula este curso aduciendo que esta provincia no lo necesita. Ve pasar la guagua que lleva a los muchachos con el uniforme de la escuela pedagógica y se recuerda a él hace cincuenta años. Ve a otros casi tan jóvenes como ellos que son sus profesores y recuerda a sus maestros, todos personas maduras de quienes emanaban un respeto impresionante. «Aquel que forma maestros no puede ser igual que cualquier otro pedagogo. Y eso es algo que tampoco se distingue ni se estimula en el MINED».

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Nota del autor: Hace poco tiempo, un accidente de tránsito arrebató la vida a diez jóvenes profesores granmenses, de los denominados «Valientes», que regresaban de La Habana a sus municipios en una guagua de Ómnibus Nacionales. Les fueron entregadas medallas y distinciones post morten a sus familiares. Sirva este texto también como un modo de honrar su legado. Algunos de ellos, estoy seguro, hubieran podido ser como «el Profe».

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[1] Algunos entrevistados para este trabajo solicitaron cambiar sus nombres y no decir su municipio de residencia por temer a la repercusión de sus declaraciones.

[2] Así le llaman a los jóvenes que salieron de sus provincias a impartir clases en La Habana para cubrir fundamentalmente el déficit de maestros de Secundaria Básica.

https://jovencuba.com/maestros-anos-ordenamiento-paga/

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